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“Para Genet, el problema del creador se reduce a escribir. Si no escribe, no elimina. Se envenena. Muy en la línea de las imágenes lezamianas. Rafael Fauquié se despoja de lastres mientras intenta retratar la historia. El autor reprime el lenguaje, lo controla. Contención innecesaria porque la lectura entre líneas termina desnudando las verdaderas intenciones de un escritor que busca sus raíces y hurga en el problema de la identidad sin obviar los temas conexos: exilio, desarraigo, etc…
Indudablemente, éste no es un libro para leerlo como texto histórico: son impresiones de un individuo frente a su pasado. Son percepciones, revisiones de los ruidos y de los silencios. Decía Barthes que escribir tiene que ir acompañado de callarse porque así se le ofrece la última palabra al otro. Sin duda, Fauquié lo conceptualiza de esa manera.
La prosa se contiene cuando juega con las imágenes mientras persisten los rumores. El silencio, el ruido, la memoria no es ensayo, es la novela que busca la identidad pero con una forma que enmascara y que favorece la metamorfosis. El itinerario que va desde la llegada desde los primeros expedicionarios hasta lo contemporáneo del petróleo, son excusas históricas para reflexionar y buscar la identidad. Como explica Antonieta Madrid en Novela nostra: “(el ensayo) significa búsquedas de la identidad con un sentido del futuro sintetizador y una visión totalizante del mundo (en términos sincrónicos y diacrónicos)”. El libro de Fauquié, en este sentido, es representativo de la pérdida, búsqueda y encuentro de la identidad del escritor y de una generación de hijos de inmigrantes, cuando refleja la crisis de valores que los aquejan. Creo que Fauquié “intenta sentirse seguro de sus genes y que éstos se sientan seguros de él”. Así, ironía mediante, puede ver lo que otros imaginan: “Transformadas –desparecidas incluso- aquellas presencias físicas que pudieran expresar la presencia del pasado, se ha pretendido articular una identidad que supla, en un folklore de tarjeta postal o en la pintura de almanaque, la autenticidad de una tradición. La desaparición de auténticos registros del pasado, ha llevado a intelectuales y artistas a buscar en su subjetividad, a hurgar en su propia fantasía, aventurando una interpretación del país”. (p.100)
En un intento por lograr la articulación –agobiado por la fragmentación- busca respuestas mientras se pasea por la historia (re)preguntando a las semejanzas y a las diferencias (por eso sufre cuando compara). La reflexión histórica lo remite al pasado y comienza la carrera. Como explicaba el español Cela: “Se rata de una carrera de antorchas y nos vamos pasando antorchas de generación en generación y cada generación sabe más”.
Pero Fauquié se ciñe a la propuesta de Libertella. En El silencio… se descubre una nueva escritura que a su vez se descubre en otro ejercicio: el de observar una tradición articulada en la literatura y, por supuesto, anclada en la historia siempre agobiada por las comparaciones y por un sentimiento –en el caso de Venezuela- de inferioridad: “Parte abundante de la literatura venezolana de hoy, atisba sobre un referente social dibujado solo en sus antivalores, en su inautenticidad. Cierta intención de forzar una identidad nacional que nos defina a los venezolanos –así sea apoyada en los estereotipos más banales- ha sido una de las secuelas culturalmente oficialistas del trastorno petrolero.” (p.100)
La mirada del autor, el re-conocimiento, se desplaza sobre una superficie de la historia y va rescatando fragmentos. Muchos de esos fragmentos son indiciales. El lector intenta buscar el nexo o la relación temporal entre ellos para unir los eslabones de la cadena ensayístico-narrativa. Si hay abundancia de imágenes en el libro de Fauquié es por una razón quizá demasiado obvia: el hombre produce imágenes a fin de encontrar su camino en el mundo y ahora trata de encontrarlo en éstas. No se trata, como propone Flusser, de descifrar imágenes sino de vivir en función de ellas (porque allí yace la autenticidad y la identidad). Y sigo con Flusser: los textos no significan el mundo sino las imágenes que ellos rompen y descifrar el texto es descubrir a qué imágenes se refieren.
El principal trabajo de Fauquié ha sido descifar estas imágenes con múltiples significados mientras asume unos y elude otros. La imagen soporta la carga informativa-histórica durante todo el libro. Por eso, palabra e imagen terminan complementándose mientras el tiempo recoge una infinita sucesión de espacios. En otro sentido, se repite el ciclo de la vida y del viajero, del inmigrante que dialoga con el tiempo.
Sugiero leer cuidadosamente la parte IV, VI y II. Son las mejores de El silencio, el ruido, la memoria, uno de los últimos monólogos sobre la identidad que recorren América Latina. Buen acopio bibliográfico y una interesante reflexión sobre alucinaciones y realidades. Un libro que es, en última instancia, una biografía y la biografía necesita de la historia porque la historia se realiza a través de la biografía. Este entretejido es ya un texto que va avanzando. Es escritura… (Jitrik dixit).”
acerca de... El silencio, el ruido, la memoria
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Alicia Perdomo
Escritora y crítica de literatura
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“Una figura que se destaca entre los cultores de la ensayística
literaria en el presente venezolano es Rafael Fauquié. De
manera particular cuando esté en su interés de analista
literario la producción moderna y contemporánea de
la América hispana ... Con cierta frecuencia leemos sus comentarios
insertos en la prensa caraqueña, pero la dimensión
conceptual y la proyección de su criterio podemos aquilatarlo
mejor cuando lo escrito es recogido en las páginas del libro.
Tal ocurre ahora con sus ensayos reunidos en volumen bajo el título
de La voz en el espejo. Ejercita su función de escritor desde
la cátedra universitaria, el artículo de prensa y
el libro. Sin duda que la cátedra es un excelente ejercicio
dentro de la ensayística literaria. En ella, casi cotidianamente,
el análisis crítico es materia para su experiencia
en el ámbito de la Universidad Simón Bolívar.
En ese campo mereció el premio nacional de ensayo Mariano
Picón Salas... Se necesita espacio para ponderar diversas
virtudes de este libro y, aun para discutir algunos conceptos personales,
en lo cual aparece visible firmeza en la expresión”.
acerca de... La voz en el espejo
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"Como hombre de letras se considera a Rafael
Fauquié uno de los mejores de su generación. Sobresale
en el cultivo de la prosa ensayística. Dentro de ella está
tallada su obra."
acerca de... La mirada, la palabra
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Pascual Venegas Filardo
Escritor venezolano |
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“La lectura de
Arrogante último esplendor me ha dado la medida de su tensión
intelectual y de su preocupación por Hispanoamérica.
Le admiro lo primero y comparto con usted lo segundo. Consiéntame
que le diga amistosamente (ya me siento su amigo) que no logro compartir
la dimensión ontológico-revolucionaria que usted encuentra
en la energía iberoamericana. Tal vez este escepticismo sea
típicamente europeo (aunque, créame, me siento infinitamente
más cerca de cualquier comunidad del subcontinente americano
que de cualquier país europeo que no sea mediterráneo),
pero lo cierto es que no tengo mucha fe en que la especia que llamamos
humana contradiga algún día a la constante de codicia
y de horror que viene exhibiendo desde siempre. Discúlpeme
este desahogo que es una prueba de la atención con que he
leído su texto...”
acerca de... Arrogante último esplendor
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Félix Grande
Escritor y editor español |
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“Impera en Fauquié la tolerancia y el comedimiento,
el ejemplo conciso, las referencias adecuadas. Su prosa literaria
es rápida y sin engolamientos, la estructura es clara y el
didactismo tan suave que el texto se puede beber. O leer, como se
prefiera”.
acerca de la obra en general...
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Luis Miguel Madrid
Editor y escritor español
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“Al detenernos ante Rómulo Gallegos: la realidad,
la ficción, el símbolo, con la quietud que siempre
exige la lectura podemos comprobar cómo estamos ante un rico
trabajo de investigación en cuyo alumbramiento no le bastó
a su autor reunir una suma de datos sino que, a partir de ello,
construyó una hipótesis para explicarnos las escrituras
galleguianas. Así él se nos presenta como una obra
en la cual debió trabajar lentamente porque más que
sus documentos han sido sus reflexiones las que le han permitido
arribar a tan honda comprensión en torno a los porqués
ultimos de las obras de Gallegos. Este Rómulo Gallegos: la
realidad, la ficción, el símbolo tiene, a nuestro
entender, otro valor. El es la forma como ha sido escrito. En una
prosa clara, fácil de entender para cualquier lector. Y esto
es importante porque sin de algo adolece hoy buena parte de la crítica
literaria que se está escribiendo entre nosotros, es que
si bien ahora poseemos buenos pesquisadores, éstos no se
saben expresar al escribir. Y por lo tanto, condenan sus obras al
silencio. En este sentido, Fauquié es una grata excepción.”
acerca de... Rómulo Gallegos: la realidad,
la ficción, el símbolo
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Roberto
Lovera de Sola
Crítico literario venezolano |
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“Rafael Fauquié, a través de una semántica
liberada, creadora, nos conduce a unos códigos conceptuales
donde la rígida estructura del pasado se desborda en un presente
de continuas e inteligentes interpretaciones, convirtiendo el suceso
histórico en un vivo e incesante manantial ... No vamos nosotros
–no somos los llamados a ello- a realizar un “estudio
crítico” de este libro. Lo hemos leído, lo hemos
disfrutado, porque ha sido todo un placer su lectura y, sobre todo,
hemos sentido ese estímulo que siempre otorga toda obra cargada
de inteligencia creadora. De allí que consideremos al libro
de Rafael Fauquié como obligada lectura de quienes como el
mismo autor, aspiran establecer una nueva interpretación
de nuestra historia.”
acerca de... El silencio, el ruido, la memoria
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Manuel Trujillo
Novelista venezolano |
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“Rafael Fauquié elabora un conjunto de excelentes
ensayos, propio del fruto de sus lecturas y de la interrelación
que ha logrado con sus alumnos a lo largo de los años como
profesor ... El autor disfruta con las vivencias de reconocidos
intelectuales universiales. Degusta paso a paso sus acciones y,
como un acertado interlocutor, nos hace saborear ese dominio de
pensamientos transformados en palabra escrita”.
acerca de... El azar de las lecturas
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Sergio Pascual
Editor español |
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“En mis manos, un libro de notables estímulos para
la inquietud espiritual movida por la temática del hombre
y la sociedad, o lo que es lo mismo, por la presencia del hombre
en su propia interrogante vital y en lo que la rodea, que en fin
viene a formar parte de su destino inmeidato también ...
Rafael Fauquié lo veo a la distancia como un intelectual
de intensas motivaciones espirituales que lo hacen moverse entre
el idealismo y la protesta ... Entre el presente y el porvenir,
el hombre se debate ante su singular ausencia de definición,
a pesar de todo el pensamiento especulativo que se ha deslizado
sobre su enhiesa expectativa, o quizá provocado por ese mismo
deslizamiento continuo. Rafael Fauquié, anteponiendo su duda
sobre la validez de ciertos vocablos en boga, prefiere ir a la precisión
del diagnóstico histórico.”
acerca de... Arrogante último esplendor
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Miguel García Mackle
Político y escritor venezolano |
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“En estos días ha vuelto a resurgir, una vez más,
el culto a Bolívar. Autores diversos de nuestro acontecer
histórico han fijado, analizado y hablado de tal constante
dentro de las mentes de nosotros los venezolanos. Uno de ellos ha
sido el doctor Rafael Fauquié, quien en su último
libro: El silencio, el ruido, la memoria (Alfadil ediciones, 1991)
lo retoma en uno de sus capítulos para abordar la significación
paralizante y esclerótica de la concepción de lo llamado
bolivariano ... Fauquié no pretende cuestionar la grandeza
de tal personaje histórico; no duda de sus méritos
humanos, militares y políticos ni de su significado para
la historia de nuestro país. Lo que sí quiere atacar
son las propias características del “culto” bolivariano,
especie de religión a partir de la imagen-comodín
del llamado Libertador. Bolívar-dios, Bolívar-santo,
Bolívar creador único y todopoderoso de la patria
y de la tierra... Fauquié llega a ciertas conclusiones y
dirá que a Bolívar vuelven siempre los ojos de los
dirigentes populares, sindicalistas, militares o políticos
que claman por mayor justicia social para los grupos desposeídos,
por ejemplo. Pero que también ha sido usado en su forma opuesta:
por patronos que exigen de los obreros un mayor sacrificio salarial
o un superior rendimiento en sus labores. El culto da para todo.
Ora para la respetabilidad a quien lousa, ora como el único
símbolo capaz de restituir, para todo bolivariano, una dignidad
perdida ... Fauquié concluye que Bolívar ha sido el
ruido máximo de nuestra historia oficial. Estruendo que opaca
a cualquier otra voz”.
acerca de... El silencio, el ruido, la memoria
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David de los Reyes
Filósofo venezolano |
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De lo que de escritor he ganado leyendo a Rafael Fauquié Bescos, extracto y comparto un aparte de la introducción de sus ensayo: “Arrogante último esplendor”, Caracas, Ediciones Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar, 1998, 75 pp.
“ En la escritura todo fluye siguiendo un derrotero que termina convirtiéndose en único itinerario posible. La escritura es cuerpo vivo: universo de signos y formas en constante relación. La escritura trepida, serpentea, vuela y alcanza siempre un final: el único final posible, el único final indudable. Por la escritura, tratamos de organizar el interminable conocimiento que permite cualquier tópico.
Escritura para decir y decirnos: en voz baja o en voz alta. Escritura para asomarnos al mundo y explorarlo desde la particularidad de nuestra subjetividad interior, de nuestra mirada y de nuestra palabra. Entre la reafirmación de un orden y las impredecibles aventuras del azar, entre los fríos vericuetos del caos y las cálidas predicciones de la armonía, entre la posibilidad de los resultados impredecibles y el presagio de las conclusiones va moviéndose el ritmo apasionante de la escritura: orden y azar de palabras y voces, de conceptos e ideas que siguen el flujo de su propia vitalidad.”
En mi caso, escritura para abrazar, para decir, para estar sin estar, para dibujar sin pinceles, para cantar con notas de silencio, para llegar a lo escondido, para empezar lo que de otra manera no es posible terminar... Escritura para tener lectores y hacer presencia en el alma de ellos... Escritura para sanar y hacer catarsis del mundo y sus dolores... Escritura para amar... y en fin, en mi caso escritura y escritores, siempre estarán...
Cierro este post citando a Rafael (perdón por la familiaridad) frente a su credo en la poesía: (De “Puentes y voces”) “La poesía, que merece vivir en todas partes, también merece hacerlo en las universidades. Universidades capaces de aceptar a la imaginación como una de las formas más amplias de la sabiduría humana; capaces de aceptar, también, que razones poéticas y científicas pueden coexistir porque unas y otras no son sino complementarias expresiones de lo humano; universidades en condiciones de permitir a ciertos seres de palabras trabajar con dignidad el hallazgo de su voz, y, también con dignidad, expresarlo. Quizá he idealizado el espacio universitario. No lo niego: es el lugar donde he trabajado por veinte años. El lugar en que me he sentido feliz de poder escribir, siempre en sosiego y en asilo, mi propia palabra”.
¡Qué bueno tener un sosiego y un lugar habitado sólo por la palabra y su enorme poder, y despertar así a la vida y al todo! ¡Gracias Rafael Fauquié! ¡Gracias por todos los aportes que has hecho a mi vida de escritor, inmensamente desconocido... aún para mí! ¡Gracias por tus "metaforizaciones!
viernes, julio 06, 2007
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Francisco Pinzón Bedoya
Escritor colombiano |
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“Libro vital donde la palabra rescata experiencia y pensamiento.
Los múltiples fragmentos, algunos minimalistas, muestran
la esencia del acutor, transido de un quehacer constante, de incertidumbre,
pero con fe en la palabra. Ésta se inscribe como regocijo
estético elaborado con serenidad y placer ... Las palabras,
de vida independiente y polifuncional, se asumen como entidades
que nos escogen y nos rescatan. El credo en la palabra de estos
textos, le asigna al verbo la vida. Y un carácter salvador
... El acto de escribir se concibe como algo sereno y placentero,
más bien, una áscesis resultante de la paciencia,
de la reflexión, de la práctica continua y de la vivencia
elaborada. La sintaxis cuidada, el lenguaje directo y económico,
la sinceridad del tono, el respeto por la palabra, imprimen nobleza
y calidad a estos textos develadores de una ética de la escritura
asumida en forma responsable.”
acerca de... Espiral de Tiempo
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Rosalina García
Poetisa venezolana |
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“Ganador del Premio Nacional de Ensayo ‘Mariano Picón
Salas’ por su libro El silencio, el ruido, la memoria (Alfadil
ediciones 1991), Rafael Fauquié es una de esas interesantes
personalidades que, surgidas del medio universitario, logra escapar
a la ya aberrante mirada sociologizante y pseudo-científica
con la que se sigue intentando, torpemente, estudiar los fenómenos
artísticos, literarios y, en fin, culturales ... Al rigor
metodológico Fauquié opone un sincero sentido de búsqueda
intelectual: reflexión, interrogantes, escogencias personales,
respuestas que, por no presumir de definitivas, dejan una ‘puerta
abierta’ para el verdadero debate y la discusión enriquecedora.
Pero esta búsqueda intelectual también es en Fauquié
un afán por indagar en la escritura y en el ensayo como géneor
donde se vinculan el pensamiento y la literatura. Dentro de esta
indagación en torno al ensayo y la historia, surge casi como
obsesión, el estudio del ensayo latinoamericano ... En este
sentido, el pensamiento de Fauquié, se verifica como una
recurrente reflexión en torno al ensayo y a sus más
grandes alcances dentro de nuestra cultura, alcances en los que
lo subjetivo parecer revalorizarse como impulso primigenio y esencial
de todo esfuerzo humano”.
acerca de... La voz en el espejo
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Katherine
Chacón
Crítica de arte venezolana |
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